La Vida Espiritual de un Ministro

1. Advierte a las personas con respecto al error.

Primero, el ministerio exige que advirtamos a otros acerca de la destructividad de las doctrinas falsas. Un siervo de Cristo debe enseñar a otros a discernir, alentándolos a pensar en forma bíblica. La Iglesia debe indicar los límites entre la verdad y el error para edificar a su pueblo en la Palabra de Dios. Él espera que los pastores adviertan a su gente acerca de los peligros espirituales. Si no lo hacen, deben responder a Dios por ello (He. 13:17).

2. Es un estudiante experto en la Escritura

“Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (v. 6). La palabra griega que ha sido traducida como nutrido implica que es un proceso de alimentación continuo. Incluye la lectura y meditación en la Escritura, estudiándola hasta que el material haya sido comprendido en profundidad. Para poder pensar y hablar bíblicamente, un pastor debe pasar gran parte de su tiempo estudiando el texto de la Escritura. Es un tesoro inagotable que exige una vida entera para comprender su riqueza. Es imprescindible comprometerse al estudio, la comprensión y la presentación de la Palabra de Dios.

3.  Evita la influencia de la enseñanza profana

“Desecha las fábulas profanas y de viejas” (v. 7). La palabra fábulas es una traducción de la palabra griega mythos, de la cual viene la palabra mito. 2 Timoteo 4:4 informa que algunos “apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. La verdad y las fábulas son opuestas. El cristiano debe ser alimentado por la verdad y rechazar lo que se le opone.

4. Es disciplinado en la piedad personal

La piedad es crítica en el ministerio. No se trata de cuán inteligente es usted o qué bien se comunica con la gente. Lo que sí importa, en cambio, es si conoce la Palabra de Dios y está viviendo piadosamente. El ministerio es un resultado de esta clase de vida.

El ejercicio físico nos da poco provecho (v. 8). En contraste, “la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera”. La santidad es provechosa no solamente para el cuerpo sino también para el alma. El beneficio de la disciplina espiritual es una vida completa, bendecida por Dios, fructífera y útil. Las bendiciones de la santidad son para la eternidad.

5. Se compromete a trabajar duro

Luego de llamarnos a la piedad, Pablo nos baja de las nubes. El ministerio es una búsqueda celestial, pero también es una tarea terrenal. Es trabajo duro. “Por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios” (v. 10). Pablo trabajaba duro porque sabía que su esfuerzo tenía recompensas eternas; consideraba la recompensa para él y la posibilidad de cambiar el destino de los no creyentes. Esa es la perspectiva que motiva al siervo de Dios. En 2 Corintios 11:24-27, Pablo habla de las muchas veces que fue castigado con varas y con látigo, cuando sufrió cansancio, dolor, agonía, y naufragios. Sufrió todos esos peligros porque estaba totalmente comprometido con el ministerio y tomaba en cuenta la eternidad. Sabía que era el destino de las almas lo que estaba en juego.

6. Enseña con Autoridad

“Esto manda y enseña”, le dijo Pablo a Timoteo (v. 11). La palabra griega traducida como enseña se refiere a comunicar información, en este caso instrucción o doctrina. Esta información debe ser transferida en forma de mandato. Hay mucha predicación popular entretenida, pero no mucha poderosa o transformadora por naturaleza. De acuerdo a Hechos 17:30, Dios “manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan” (énfasis agregado).

El siervo fiel es valiente. Desafía al pecado de frente. Confronta la falta de fe, la desobediencia, y la falta de compromiso. Dios dijo de Jesús: “Este es mi Hijo amado a él oíd” (Mt. 17:5). El siervo excelente obedece esa directiva, mandando a todos los hombres que se arrepientan y escuchen a Jesucristo.

7. Es un Modelo de Virtud Espiritual

Pablo le escribió a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (v. 12). Cuando usted da el ejemplo, la gente tiene un modelo que seguir. Alguien dijo: “Su forma de vida habla tan fuerte que no oigo lo que dice”.

Timoteo era joven, probablemente menor de 40 años, y por lo tanto se lo cuestionaba mucho. Debido a su juventud, Timoteo debía ganarse el respeto de otros. ¿Cómo lo haría? Siendo “ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (v. 12).

8. Su Ministerio es Completamente Bíblico

“Entre tanto que voy”, le dijo Pablo a Timoteo, “ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (v. 13). En las reuniones de la Iglesia primitiva se apartaba un tiempo fijo para la lectura de la Escritura. A esto le seguía una exposición del texto. Ese modelo de predicación expositiva viene de Nehemías 8:8: “Leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que entendieran la lectura”. La Escritura debe ser explicada para que las personas la puedan comprender. Si la lectura y la exposición de la Escritura nos dicen lo que significa, la exhortación es un llamado para que la apliquemos. Exhortar es advertir a las personas que obedezcan teniendo en mente el juicio. Debemos alentar a nuestros oyentes a que respondan apropiadamente, recordándoles que sus acciones pueden resultar en una bendición u otra consecuencia. Esto significa enseñar sistemáticamente la Palabra de Dios tanto en grupos como a individuos. Esta palabra griega, didaskalia, aparece quince veces en las epístolas pastorales. Su frecuencia nos da una idea de su importancia para la vida de la Iglesia. No nos debe asombrar que el pastor debe ser “apto para enseñar” (1 Ti. 3:2).

9. Cumpla su llamamiento

Pablo escribe: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Ti. 4:14). Algunos comienzan en el ministerio, pero lo abandonan, porque no fueron llamados a ese ministerio en el principio. Sin embargo, algunas personas que han sido llamadas lo abandonan, y esto significa dejar el lugar donde Dios desea que estén. Hay muchas personas en el ministerio que sirven por un tiempo y pronto desaparecen. Por otro lado, me asombran los que son fieles para ministrar la Palabra de Dios hasta el fin de sus vidas. Puede que tengan una congregación pequeña y sean desconocidos, pero son fieles y cumplen su llamamiento. La verdadera marca de un siervo excelente de Jesucristo es que cumple su llamamiento hasta el fin.

10. Está ocupado en su Obra

Un ministro no puede tener dos objetivos principales. Pablo le dijo a Timoteo que fuera diligente “a tiempo y fuera de tiempo” (2 Ti. 4:2). Este es un término militar. Significa permanecer en su puesto, estar de guardia. Un siervo de Dios nunca está fuera de su puesto. Siempre está de guardia.

11. Progrese en su Crecimiento Espiritual

En términos humanos, nadie cumple con todos los requisitos del ministerio. Sin embargo, cuando nos sometemos al Espíritu de Dios y dependemos de Él para que logre lo que nunca podríamos hacer nosotros mismos, su poder obrará a través de nosotros. Pablo concluye diciendo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (1 Ti. 4:16). Timoteo debía concentrarse en dos cosas: su conducta y su enseñanza. Estas dos cosas son la esencia del ministerio. Las once cualidades que hemos visto en este pasaje pueden ser resumidas en esos dos mandatos. Pablo le aseguró a Timoteo que continuar en la santidad personal y la enseñanza correcta le llevaría por el camino inevitable de la salvación final gloriosa: “pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (v. 16). Su perseverancia sería la prueba de que su fe era verdadera.

Si perseveramos en la piedad y la verdad, nuestras vidas afectarán a otros. Les llevaremos el mensaje de salvación. En realidad, nosotros no salvamos a nadie, pero Dios nos usa cuando predicamos la Palabra de Dios y vivimos vidas santas. Todos los requisitos de un siervo excelente dan el resultado final de la salvación de almas. Ése es nuestro propósito en la vida y el motivo por el cual permanecemos en el mundo luego de ser redimidos. Dios desea que llevemos el mensaje de salvación a los perdidos. Ésa es la esencia del ministerio. ¡Es un llamado santo y glorioso!